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sábado, 29 de noviembre de 2014

La corona de Adviento - su origen

La corona de adviento está compuesta por cuatro velas con ramas vegetales, que se van encendiendo, una a una, en las cuatro semanas que preceden a la Navidad.

Origen

La corona de adviento encuentra sus raíces en las costumbres precristianas de los pueblos del norte, entre los siglos IV y VI. Durante el frío y la oscuridad de diciembre, colectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida de la primavera.

En el siglo XVI católicos y protestantes alemanes comenzaron a utilizar este símbolo durante el Adviento: aquellas costumbres primitivas contenían una semilla de verdad que ahora podía expresar la Verdad suprema: Jesús es la Luz que ha venido, que está con nosotros y que vendrá con gloria. Las velas anticipan la venida de la luz en la Navidad: Jesucristo. Esa costumbre se ha convertido en un símbolo del Adviento en los hogares cristianos.


La Corona de Adviento, cuyas cuatro luces se encienden progresivamente, domingo tras domingo hasta la solemnidad de Navidad, es memoria de las diversas etapas de la historia de la salvación antes de Cristo y símbolo de la luz profética que iba iluminando la noche de la espera, hasta el amanecer del Sol de justicia (cfr. Mal 3,20; Lc 1,78).


La simbología


-La forma circular: el círculo no tiene principio ni fin, es señal de eternidad
-Las ramas verdes: simbolizan la esperanza y la vida;
-Las cuatro velas: Las velas se encienden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento. Simbolizan la luz en medio de las tinieblas: la salvación que vino a traer Jesucristo es luz para la vida de cada persona.
-El color rojo significa el amor de Dios.

La corona puede ser bendecida por un sacerdote.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

LA LIEBRE Y EL TIGRE


¡Qué gran decepción tenía el joven de esta historia!.  Su amargura absoluta era por la forma tan inhumana en que se comportaban todas las personas, al parecer, ya a nadie le importaba nadie.
 
Un día, dando un paseo por el monte, vio sorprendido que una pequeña liebre le llevaba comida a un enorme tigre malherido, el cual no podía valerse por sí mismo.  Le impresionó tanto al ver este hecho, que regresó al siguiente día para ver si el comportamiento de la liebre era casual o habitual. Con enorme sorpresa pudo comprobar que la escena se repetía: la liebre dejaba un buen trozo de carne cerca del tigre.  Pasaron los días y la escena se repitió de un modo idéntico, hasta que el tigre recuperó las fuerzas y pudo buscar la comida por su propia cuenta.

Admirado por la solidaridad y cooperación entre los animales, se dijo:

-    No todo está perdido. Si los animales, que son inferiores a nosotros, son capaces de ayudarse de este modo, mucho más lo haremos las personas.
 
Y decidió realizar la experiencia: Se tiró al suelo, simulando que estaba herido, y se puso a esperar que pasara alguien y le ayudara.  Pasaron las horas, llegó la noche y nadie se acercó en su ayuda. Estuvo así durante todo el otro día, y ya se iba a levantar, mucho más decepcionado que cuando comenzamos a leer esta historia, con la convicción de que la humanidad no tenía el menor remedio.  Sintió dentro de sí todo el desespero del hambriento, la soledad del enfermo, y la tristeza del abandono.  Su corazón estaba devastado, casi no tenía fuerzas para levantarse, entonces allí, en ese instante, lo oyó:
-    Con qué claridad, qué hermoso.  Una hermosa voz, muy dentro de él le dijo: 

"si quieres encontrar a tus semejantes, si quieres sentir que todo ha valido la pena, si quieres seguir creyendo en la humanidad, para encontrar a tus semejantes como hermanos, deja de hacer de tigre y simplemente sé la liebre".
 

Autor Desconocido

martes, 18 de noviembre de 2014

SEAMOS BUENOS CAPITANES



Hace poco veía un programa traducido como "Pesca Mortal" y es realmente escalofriante ver las olas y las condiciones en que estos hombres trabajan. Me imaginé estando en ese lugar y solo pensé en lo importante que sería saber que el capitán tiene la experiencia para mantener el barco a salvo, aún en las peores y mas peligrosas condiciones climáticas. 

Pero, como puede alguien ser realmente confiable? Que le da a estos capitanes la pericia para afrontar estas tormentas en mares llenos de peligros? Pues precisamente son todas esas condiciones adversas las que han forjado el carácter y la experiencia de esos capitanes. 

Ahora, podemos imaginar a uno de estos capitanes deseando navegar solo en aguas tranquilas, soleadas y paradisíacas? Probablmente si, pero eso nunca va a pasar. Y son esas aguas adversas y las condiciones negativas las que hicieron un buen capitán en quien confiar. 

Nuestras vidas a veces parecen esas aguas. Con tormentas que parecen no tener fin y adversidades tan variadas que simplemente parecen una película. 

Lo primero que pensaríamos es que estamos solos. Abandonados por la mano de Dios y que simplemente no fuimos de esos escogidos para tener una vida "acomodada". Lo cierto amadas hermanas y hermanos, es que son esas aguas las que nos forjan, nos capacitan y nos fortalecen para ser dignos capitanes capaces de ayudar a otros a salir adelante. Son esas pruebas las que nos van a convertir en esas personas en quienes otros confían, y quienes nos ven "las condiciones" para llevar el barco a puerto seguro. 

Las pruebas por mas duras y "eternas" que parezcan, serán aquellas que Dios sabe que necesitamos para ser lo mejor que podamos ser. Esperemos, confiemos y abandonémonos en las manos del Padre, sabiendo que lo que venga, serán tormentas que nos harán mejores y que no estaremos solos en la travesía. 

No tengamos miedo a lo que nos hace mejores. 

Envio: Arturo 

jueves, 13 de noviembre de 2014

MIRA HACIA ARRIBA


Iba un barquito pesquero saliendo de la orilla del mar, ¡Vaya movimiento que se siente en ese lugar!, se necesita ser muy del mar para no sentir el mareo y las ganas de bajarse y echar a correr; la barquilla se movía graciosamente al ritmo de las olas, pero los marineros sufrían las consecuencias de aquel vaivén... uno de ellos recibió órdenes de subir a un mástil, y a medida que más subía se sentía peor ... 

el capitán de aquel barco le gritó: Si no quieres sentirte mal, mira hacia arriba...

Que bello cuentecito y que bien nos viene a todos los seres humanos, si no queremos marearnos con las cosas atractivas de éste mundo, debemos mirar hacia arriba, implorar al cielo que nos llene de deseos espirituales, que veamos claro que en la vida no solo se vive para comprar cosas y satisfacernos en todo para así estar contentos y felices; que muy por el contrario, las cosas que llenan plenamente la vida no se pueden comprar... porque no tienen precio.

Que bien nos haría en nuestra vida mirar hacia arriba implorando humildad para aceptar nuestra vida como es y conformarnos con lo que tenemos y con lo que somos, sin desear querer tener mucho...mirar hacia arriba y pedirle a Dios que nos llene el alma de amor para poder vivir una vida digna, para poder darle momentos bellos a los demás... Mirar hacia arriba y pedirle a Dios ayuda para ser mejores, que nos ayude a ser sencillos de corazón, alegres, a saber darme a los demás con verdadera entrega y desprendimiento, sin esperar que ellos me den, a dar AMOR, a comprender que tenemos que compartir todo lo que El nos ha dado, como nuestros talentos, virtudes; no apegarnos a las cosas materiales, a nada ni a nadie, porque: todo, lo que tenemos en esta vida es prestado por Dios, y al final nada nos llevamos, solo las obras buenas, la alegría de haber vivido una vida llena de Dios, solo eso podemos llevarnos de este mundo.


"Miren hacia arriba, Dios los busca.”

http://encuentra.com/

miércoles, 12 de noviembre de 2014

El amor convierte a las fieras en príncipes


El cine y el teatro nos han hecho ver “La bestia y la Bella”. 
Su argumento es así: 

Un comerciante tenía una hija bella de rostro y de nombre. Y emprendió un viaje para mejorar sus negocios, que no le iban bien. Se perdió en el bosque y llegó a un palacio en el que no había nadie, pero sí una mesa servida, donde comió; una habitación preparada, en la que durmió; y un jardín bien cuidado, del cual cortó una hermosa rosa, para llevársela a su hija. Tan pronto como arrancó la flor, un monstruo se presentó y rugiendo le dijo: 

“Yo soy la bestia, dueño del palacio. No tolero que me robes una flor. Ahora mismo morirás”. 

El comerciante pide que le deje despedirse de su hija y ésta al enterarse de lo sucedido se ofrece a quedarse con la Bestia en lugar del padre. Así ocurre. 
La Bestia llena de atenciones a la joven y le propone que se case con él. Superando su inicial repugnancia, la chica acepta y al darle el primer beso, la Bestia se transforma en un hermoso príncipe. 

Este es el argumento, y la moraleja resulta fácil de sacar: el amor es capaz de transformar a una bestia en un príncipe. Sólo el amor.

Señor Jesús: En pequeña escala nosotros hemos comprobado también que el amor convierte a las fieras en príncipes. Pero nos cuesta amar, porque eso supone renunciar a nosotros mismos, a nuestros legítimos derechos. Ayúdanos a ser capaces de amar. Te pedimos por nuestras madres y abuelas, que tantas veces convierten la fiera que cada uno lleva dentro en un hermoso príncipe, por el amor que nos dan.


sábado, 8 de noviembre de 2014

“¿Quién ha perdido esta cosa?”


Existen católicos que llevan el rosario en su bolsillo pero no se atreven a sacarlo para rezar, con miedo al ridículo. Los hay también que son más valientes. 

He aquí una historia real vivida con nuestro batallón.

Todos estábamos en posición de firmes. El ayudante, que tenía entre el pulgar y el índice, un rosario, lo enseñó burlándose: 

¿Quién perdió esta cosa? 

La mayoría de los hombres eran católicos, pero todos se rieron. Incluso aquellos a quienes su madre les había dado un rosario antes de salir hacia el frente.

El ayudante seguía burlándose, convencido de que nadie iba a declararse. Pero de repente, mi vecino, joven portador de la bandera, avanzó y dijo: 

este rosario es mío. 

El batallón dejó de reírse y el ayudante, desconcertado, no supo qué decir.

Más tarde, le pregunté al joven: 

por qué esperaste antes de decir algo? – 

Porque este rosario no era mío! Sólo quería que dejara de burlarse.



Padre Leppich, s.j.
Narrado por Hermano Albert Pfleger
En Fioretti de la Virgen María, Ephèse Diffusion, p. 118

http://es.mariedenazareth.com/

jueves, 6 de noviembre de 2014

El roble triste

Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos. Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: No sabía quién era.

- “Lo que te falta es concentración", le decía el manzano. "Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ves qué fácil es?”

- “No lo escuches", exigía el rosal, "es más sencillo tener rosas y ¿ves qué bellas son?”

Y el árbol desesperado intentaba todo lo que le sugerían y, como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado.

Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó:

- “No te preocupes, tu problema no es tan grave. Es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. Yo te daré la solución: no dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas... sé tú mismo, conócete y, para lograrlo, escucha tu voz interior.” Y, dicho esto, el búho desapareció.

- “¿Mi voz interior...? ¿Ser yo mismo...? ¿Conocerme...?”, se preguntaba el árbol desesperado, cuando, de pronto, comprendió...

Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole:

- “Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble y tu destino es crecer grande y majestuoso, dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje... Tienes una misión: cúmplela.”

Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado.

Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.
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